Día
siete
Llegué
a las 5pm, estaba cansada y me bañé enseguida. En Playa Blanca no hay duchas,
ni hay acueducto, hay letrinas y el mar.
Después
de comer algo, vomité todo y luego me llegó el periodo con una semana de
adelanto. Creo que todo esto tiene que ver con la Luna, anoche dormí en la
playa con ella llena encima mío. Mientras me dormía, le pedía con fuerzas que
me ayudara a ser feliz, que me cambiara todo por dentro. Que yo quería ser
mejor. Me quedé dormida con un pareo como cama y otro como sábana. Cuando me
levanté eran las 6:30am y yo estaba sola sobre la arena. Todos se habían ido a
dormir a sus carpas y hamacas cuando aún era de noche.
Antes
de abrir los ojos, escuché el mar y visualicé las olas azulitas rosando el
borde de la arena blanca que no debían estar muy lejos de mi. Luego abrí los
ojos y había una perra tetona rascándose las pulgas al lado mío, pero no me dio
asco. Me tapé como si me hubiera levantado en mi cama y cerré los ojos de nuevo.
La perra corrió al rato y yo me levanté a comerme una ensalada de frutas aunque
lo que quería era una arepa con huevo.
Cuando
llegué a casa, el cuarto estaba ordenado, olía a canela y el televisor había
sido instalado finalmente frente a mi cama. Mamá me llamó por teléfono:
-
“el Niño estuvo ayer en la casa y te colgó el
televisor, ¿te gusta?”
-
“si,
mami, quedó perfecto. Gracias”
Luego
dijo que volvería en la noche, pero cuando empecé a vomitar solo quería que
estuviera conmigo. La llamé y vino a casa, me dio una pastilla y me puso una
bolsa de agua caliente en la barriga para los cólicos. Dijo: “Eso es hijita,
estás botando todo lo feo para darle espacio a lo nuevo. Tu no te preocupes que está todo bien”. Sonó como una bruja buena y sabia. Yo le creí y mientras
ella decía que me amaba abrazada a mi espalda, yo me quedé dormida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario