Día uno:
Después
de 5 días de haber tomado la decisión de recuperar una habitación dentro de la
casa, el espacio estuvo listo para ser habitado. Esa mañana en medio de lloriqueos
le pedí a mamá ayuda para comenzar a organizarme de nuevo. El primer paso era
convertir el cuarto de mi abuela en mío. Y así lo hicimos, o lo hizo ella. Mamá, llamó al “Niño”, el todero de la casa, y en cuestión de nada estuvo.
Paredes pintadas de blanco, la cama sencilla de mi niñez, los closets recién
pulidos, los ganchos de ropa nuevos, un ambientador de canela, el televisor de
mi abuela y un libro en la mesita de noche para que “me sintiera como en mi
cuarto”.
Mis
papás viven en un barrio tradicional cartagenero, de esos en los que todos se
conocían desde generaciones anteriores y todavía se ve una que otra casa
republicana en medio de dos edificios de apartamentos. Todos los que antes lo habitaban,
se mudaron cerca al mar y quedó siendo solamente un barrio clase media que se
lo ha ido tragando el comercio.
En
este barrio creció mamá y luego crecimos mi hermana menor y yo, en la misma casa donde viven mis padres hace 25 años. Algunas de las cosas importantes que
habitan dentro de la casa son:
1.
El palo de mango que sembramos mi papá, mi
hermana y yo en el 90 cuando nos mudamos y que ahora cubre todo el patio.
2.
El estudio de mi papá y la biblioteca de libros
y fotos que con el pasar de los años se extendió al resto de las habitaciones
de la casa.
3.
El arenero y el tablero que quedan en el patio
donde jugábamos y hacíamos las tareas mi hermana y yo entre 1990 y 1996, mas o
menos.
4.
La cocina de mi mamá donde pasan el 60% de las
cosas importantes del hogar. Ahí se concina todos los años el arroz con coco y
uvas pasas que hace parte del menú de año nuevo de nuestra familia extendida.
5.
El cuarto de San Alejo, originalmente creado
para ser el cuarto oscuro mi papá, fotógrafo aficionado, ahora sirve para
guardar maletas, juguetes viejos, reliquias familiares sin ningún sentido de la
estética y las cosas de navidad.
Mi
abuela se mudó a casa de mis papás cuando nosotras aún éramos muy niñas, yo
tenía 7 y mi hermana 5. Mi abuelo Luis había enfermado y ella no podía sola con
todas las responsabilidades de la casa. Al poco tiempo murió mi abuelo, en
casa, en este cuarto que luego fue solo de ella. Leticia quedó viuda. Una
abuela viuda viviendo en casa de su único hijo y sus dos nietas niñas, que
luego fueron adolescentes y luego se fueron de la casa.
Esta
noche es la primera en la que duermo en el cuarto de mi abuela desde que murió.
En la televisión dan “Los otros”. Nicole Kidman es una maricada al lado de
Leticia. Su biblia pudo haberse ido de la casa, junto con el resto de sus cosas,
pero yo aún veo junto a la ventana su altar, sus rosarios, sus fotos, su corazón
de Jesús, sus bebés con alas, angelitos sin ojos.
Me
fui de casa a los 16 años a estudiar en otra ciudad y luego me fui a otra
ciudad y luego a otra y luego a otra. En 13 años me mudé 14 veces y en la
mayoría de las mudanzas he perdido todo, por descuido, por desapego, por afán,
por negligencia. Todo lo que es mío en este mundo ocupada menos de un cuarto
del garaje de mis papás desde hace 21 días. 18 de ellos hemos estado en duelo
por la muerte de mi abuela.
El cuarto que antes era de mi hermana y yo, ahora es solo de ella. No
había espacio para mi aquí, pero luego murió mi abuela y esta fue la opción.
“Si
quieres vivir aquí, ahí está el cuarto de tu abuela. Lo arreglamos y es tuyo.
Pero tienes que dejar la negatividad y ponerte las pilas. Llama al Niño”. Me
dijo mamá ese día. El asunto es que lo llamó ella y le dio las ordenes y a
mi me dijo cuánto era y en cuánto tiempo estaría el cuarto. “Tres días” dijo.
Se demoró 5 y aquí estoy.
Algunas
cosas buenas que alcanzó a vivir mi abuela antes de morir:
1.
Estuvo para ser la bisabuela de los hijos de mis
dos hermanos mayores.
2.
Estuvo para ver el compromiso de mi hermana
menor hace 2 meses.
3.
Vivió el romance tranquilo en el que conviven
mis padres y que la cobijó hasta la muerte.
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