De repente me vi encerrada en un entorno desconocido, la vida tal cual la conocía había terminado para siempre. Mamá se ha ido, Edouard ha muerto, Mattheu desapareció en el mundo... en esta casa solo quedamos yo, mis hijos y los fantasmas de muchas otras épocas. Todos me hablan, pero yo no escucho a nadie.
Madame Queleu acompaña en silencio la ausencia del todo que subyace entre los rincones repletos de nada. Los niños son fuertes, lloran poco, pero observan todo. Son ángeles redentores, mártires de una guerra perdida.
La miseria oscurece las paredes de todas las habitaciones. El sol sigue saliendo y el cielo sigue tan azul como en aquellos días argelinos. Pero el jardín ensombrecido por la maleza del descuido, ya no me apetece.
Mande a tirar el muro, era solo imaginario. La gente pasa y pasa, mirándome, mirándonos. Se burlan con pena, pero soy yo la que siente pena por ellos, no entiende nada. Incluso por mi que tampoco entiendo: ¿Como funciona el mundo en este plano tan absurdo?
Podría saltar al abismo como lo hizo Edouard; o escapar como lo hizo mamá, llena de vergüenza. Pero el resultado seria el mismo, he vivido todo este tiempo en caída constante, alienada del mundo real, no tengo a donde ir.
miércoles, 29 de julio de 2009
miércoles, 22 de julio de 2009
LA DINAMICA DE LO UNIVERSAL A LO LOCAL
En el comienzo, con la formación de las primeras civilizaciones, los grandes líderes tenían un objetivo: proteger sus fronteras de una amenaza inminente, el miedo a lo desconocido, el miedo a la diferencia. Por tanto, cualquier síntoma de heterogeneidad era rechazado. Con la evolución del pensamiento humano, por el contrario, la búsqueda de multiculturalidad se ha vuelto cotidiana entendiéndola, como un contexto cultural que lleve al colectivo de la sociedad hacia la plenitud de la convivencia humana.
El mundo mantiene un orden, que aunque este en constante cambio, logra agrupar y determinar la personalidad de un pueblo, representado por el Estado, u “Orden de convivencia de la sociedad políticamente organizada, en un ente publico superior, soberano y coactivo…se integra con una población, asentada sobre un territorio…provista de un poder publico que se caracteriza por ser soberano y se justifica por los fines sociales que tiene a si cargo.”[1] Este nace en 1648 la firma del tratado de Wesfalia[2], otorgándole como características principales: Un gobierno central y laico; una población con características culturales homogéneas; y un territorio bien definido, con fronteras pactadas.[3] Los fines sociales, estuvieron delimitados entonces, por el denominador común, la cultura. La cual se refiere al repertorio históricamente estructurado, al conjunto de estilos, habilidades y esquemas que, incorporados en los sujetos, son usados (de manera más o menos conciente) para organizar sus prácticas, tanto individuales como colectivas[4]. Es esta relación de la que hablaba Durkheim, cuando refiriéndose a la dinámica social, decía que la sociedad se mantiene unida por el lazo de las ideas y no por una relación material.
Es hasta finales de siglo XVIII con la Revolución Francesa que se agrega el factor de la razón a esta sujeto; y con la declaración de los Derechos Humanos se genera una nueva forma de entender la universalidad, la cual acapara todos los ámbitos, tanto social, cultural, político como económico, en un principio visto, de una manera antropológica, pero que con el tiempo se ha ampliado hacia la mira del conjunto social completo como agente de observación.
Después de un largo proceso transitorio de adaptación, en 1945 con la finalización de la segunda guerra mundial, se genera la necesidad de crear organismos de control que protejan los intereses universales. Fue en el seno de estos mismos, donde nace el término de multiculturalismo a finales de los 60s, pero es oficialmente definido en informes de la UNESCO[5] y el PNUD [6] después de los atentados del 11/09 en Estados Unidos.
Esta estructura global ha generado la necesidad de supremacía de poder, los nuevos movimientos políticos y principalmente económicos están acabando con la soberanía de los Estados que son fuente importante del mantenimiento de la identidad del pueblo. El antiguo ideal de Estado-Nación se ve en declive por este nuevo orden mundial que esta empujando a la sociedad hacia la aceptación de un Estado Global que no deja espacio para la autonomía. El destino de Latinoamérica, por ejemplo, esta sumido en una espesa incertidumbre, con la firma de tratados que condicionan sus recursos y generan vulnerabilidad a su pueblo, desfigurando así su identidad de país a cambio de prosperidad económica, que finalmente es otro espejismo en el que se esta cayendo, tal cual se vivió en la época de la conquista.
Es preciso entender que las múltiples derrotas que ha sufrido el pueblo latinoamericano a lo largo de los últimos cinco siglos, tiene origen en la “adicción” a adoptar formas de vida y modelos extranjeros. Hay que replantear las verdaderas necesidades que se tienen como conjunto y estar conscientes de cuales son las capacidades y los recursos con los que se cuenta en la región –que es infinitamente rica- para suplir dichas necesidades. Priorizando la concepción de tiempo y espacio que se tiene en común, se podrá salir del conflicto social en el que se vive permanentemente, porque es precisamente la ambigüedad entre lo de afuera y lo de adentro lo que no permite llegar a un punto de acuerdo.
Entonces se podría concluir que la exploración en este ámbito debería llevar la dinámica, hacia la estructuración de una sociedad entrelazada con la diversidad, en la que haya focos de acuerdo sin perder el horizonte de lo propio, encontrar el punto de quiebre entre lo universal y lo particular y crear un centro negociable que sea un asentamiento de tolerancia para el bienestar de la colectividad. Evidenciar que cada pueblo tiene un pasado y un entendimiento de la vida y de la tierra. Esto para algunos es una utopía social, para los más visionarios, progreso.
[1] SERRA ROJAS, Andres. Teoria del Estado. Editorial Porrúa. México 1990. p. 167
[2] Tratado que le da fin a la Guerra de los 30 años en Europa
[3] PEARSON, Frederic S. Rochester, J. Martin. Relaciones Internacionales, Situación global en el siglo XXI. El sistema clásico internacional. Cuarta Edición. ED. McGraw Hill. P. 38
[4] AUYERO, Javier. Benzecry Claudio. Terminos criticos de la sociología de la cultura. Cultura. ED Paidos. P. 35
[5] Importancia de la diversidad y el respeto de esta por la realización humana, Declaración Universal de la diversidad cultural. UNESCO, 02/09/2001.
[6] Sobre la libertad cultural: Escoger y hacer parte de un contexto cultural lleva a la plenitud humana. Informe mundial sobre el Desarrollo Humano. PNUD, 2004.
El mundo mantiene un orden, que aunque este en constante cambio, logra agrupar y determinar la personalidad de un pueblo, representado por el Estado, u “Orden de convivencia de la sociedad políticamente organizada, en un ente publico superior, soberano y coactivo…se integra con una población, asentada sobre un territorio…provista de un poder publico que se caracteriza por ser soberano y se justifica por los fines sociales que tiene a si cargo.”[1] Este nace en 1648 la firma del tratado de Wesfalia[2], otorgándole como características principales: Un gobierno central y laico; una población con características culturales homogéneas; y un territorio bien definido, con fronteras pactadas.[3] Los fines sociales, estuvieron delimitados entonces, por el denominador común, la cultura. La cual se refiere al repertorio históricamente estructurado, al conjunto de estilos, habilidades y esquemas que, incorporados en los sujetos, son usados (de manera más o menos conciente) para organizar sus prácticas, tanto individuales como colectivas[4]. Es esta relación de la que hablaba Durkheim, cuando refiriéndose a la dinámica social, decía que la sociedad se mantiene unida por el lazo de las ideas y no por una relación material.
Es hasta finales de siglo XVIII con la Revolución Francesa que se agrega el factor de la razón a esta sujeto; y con la declaración de los Derechos Humanos se genera una nueva forma de entender la universalidad, la cual acapara todos los ámbitos, tanto social, cultural, político como económico, en un principio visto, de una manera antropológica, pero que con el tiempo se ha ampliado hacia la mira del conjunto social completo como agente de observación.
Después de un largo proceso transitorio de adaptación, en 1945 con la finalización de la segunda guerra mundial, se genera la necesidad de crear organismos de control que protejan los intereses universales. Fue en el seno de estos mismos, donde nace el término de multiculturalismo a finales de los 60s, pero es oficialmente definido en informes de la UNESCO[5] y el PNUD [6] después de los atentados del 11/09 en Estados Unidos.
Esta estructura global ha generado la necesidad de supremacía de poder, los nuevos movimientos políticos y principalmente económicos están acabando con la soberanía de los Estados que son fuente importante del mantenimiento de la identidad del pueblo. El antiguo ideal de Estado-Nación se ve en declive por este nuevo orden mundial que esta empujando a la sociedad hacia la aceptación de un Estado Global que no deja espacio para la autonomía. El destino de Latinoamérica, por ejemplo, esta sumido en una espesa incertidumbre, con la firma de tratados que condicionan sus recursos y generan vulnerabilidad a su pueblo, desfigurando así su identidad de país a cambio de prosperidad económica, que finalmente es otro espejismo en el que se esta cayendo, tal cual se vivió en la época de la conquista.
Es preciso entender que las múltiples derrotas que ha sufrido el pueblo latinoamericano a lo largo de los últimos cinco siglos, tiene origen en la “adicción” a adoptar formas de vida y modelos extranjeros. Hay que replantear las verdaderas necesidades que se tienen como conjunto y estar conscientes de cuales son las capacidades y los recursos con los que se cuenta en la región –que es infinitamente rica- para suplir dichas necesidades. Priorizando la concepción de tiempo y espacio que se tiene en común, se podrá salir del conflicto social en el que se vive permanentemente, porque es precisamente la ambigüedad entre lo de afuera y lo de adentro lo que no permite llegar a un punto de acuerdo.
Entonces se podría concluir que la exploración en este ámbito debería llevar la dinámica, hacia la estructuración de una sociedad entrelazada con la diversidad, en la que haya focos de acuerdo sin perder el horizonte de lo propio, encontrar el punto de quiebre entre lo universal y lo particular y crear un centro negociable que sea un asentamiento de tolerancia para el bienestar de la colectividad. Evidenciar que cada pueblo tiene un pasado y un entendimiento de la vida y de la tierra. Esto para algunos es una utopía social, para los más visionarios, progreso.
[1] SERRA ROJAS, Andres. Teoria del Estado. Editorial Porrúa. México 1990. p. 167
[2] Tratado que le da fin a la Guerra de los 30 años en Europa
[3] PEARSON, Frederic S. Rochester, J. Martin. Relaciones Internacionales, Situación global en el siglo XXI. El sistema clásico internacional. Cuarta Edición. ED. McGraw Hill. P. 38
[4] AUYERO, Javier. Benzecry Claudio. Terminos criticos de la sociología de la cultura. Cultura. ED Paidos. P. 35
[5] Importancia de la diversidad y el respeto de esta por la realización humana, Declaración Universal de la diversidad cultural. UNESCO, 02/09/2001.
[6] Sobre la libertad cultural: Escoger y hacer parte de un contexto cultural lleva a la plenitud humana. Informe mundial sobre el Desarrollo Humano. PNUD, 2004.
martes, 14 de julio de 2009
ANGIE SUE
ANGIE SUE
Melancólica amarilla,
cedes ante la caída,
te dejas llevar.
Por primera vez lo sueltas,
no hay resistencia.
Melancólica amarilla,
cedes ante la caída,
te dejas llevar.
Por primera vez lo sueltas,
no hay resistencia.
Atardeces los colores
entre la sublimidad de la paleta solar…
enterneces los calidos,
empalideces los fríos.
Eternamente tibia, naranja y mítica.
Caminas crujiente,
sabes que eres observada con asombro.
Admiras con el anhelo mudo
del que agradece en silencio
cuando abonas la tierra con tu paso.
Transitiva y absoluta.
Regresa a mi las ganas de cambio,
es tiempo de mutar.
Escarcha gris,
rigidez hiperbórea,
aire verde azul,
frío centellante…
eres belleza bruta
a la que no le hacen gracia las palabra.
Tu postura hela profundamente,
no provocas vida,
pero no te temo,
eres solo mortal ante el miedo.
Logras cambiar las percepciones,
inquietas mentes,
engendras dudas
y luego,
das a luz la posibilidad de un nuevo mundo,
la posibilidad de otro comienzo.
Entonces, te vuelves delicada,
me haces sonreír
Florece en mi pequeña,
ilumíname de azul las noches frescas rodeadas de polen.
Dame un poco de tu almíbar,
rica flor,
dulce piel,
linda voz.
me haces sonreír
Florece en mi pequeña,
ilumíname de azul las noches frescas rodeadas de polen.
Dame un poco de tu almíbar,
rica flor,
dulce piel,
linda voz.
Tus ramas entrelazan mis sueños
entre plegarias de ángeles y miedos.
Es tiempo de amor,
dame alegría.
entre plegarias de ángeles y miedos.
Es tiempo de amor,
dame alegría.
Si es cierto que el cielo esta mas vivo,
es tu sonrisa de niña
la que abruma de vida cada rincón,
cada sueño perdido incapacitado de vía.
Los hace reales.
es tu sonrisa de niña
la que abruma de vida cada rincón,
cada sueño perdido incapacitado de vía.
Los hace reales.
Hazme creer en tu inocencia,
hazme creer que es posible.
Inmortaliza en mí la sensación febril de tus emociones.
Candida,
escondida entre aquellos rayos
que encandilan mi vista
y disturban mi ceño.
hazme creer que es posible.
Inmortaliza en mí la sensación febril de tus emociones.
Candida,
escondida entre aquellos rayos
que encandilan mi vista
y disturban mi ceño.
Reconozco la canela de tu piel,
el sabor a coco que deja tu rastro,
el olor a mar que arrastra la brisa que te rodea.
el sabor a coco que deja tu rastro,
el olor a mar que arrastra la brisa que te rodea.
Te prefiero motivada por la placidez del descanso;
te prefiero sumergida entre rezos de negra palenquera;
te prefiero sonriente entre las olas
que revientan en los espolones del horizonte;
te prefiero serena,
finalmente eres yo.
te prefiero sumergida entre rezos de negra palenquera;
te prefiero sonriente entre las olas
que revientan en los espolones del horizonte;
te prefiero serena,
finalmente eres yo.
miércoles, 8 de julio de 2009
SOLIDARIDAD, EN LA BUSQUEDA DEL ENGRANAJE PERFECTO
Durkheim hablaba de la fuerza coercitiva que mantiene unida los miembros de la sociedad; el hecho social que nos mueve de un lado a otro, esa fuerza invisible, imperceptible e inviolable que cumbre y dirige el acontecer y pasar del tiempo. Es precisamente esta fuerza la que nos obliga a crear vínculos y asociaciones que beneficien la convivencia en equipo y luego encontrar formas de maximizar dichos beneficios. Tanto a nivel económico, como la maximización de resultados de una empresa; como en lo cultural y social en general como el fortalecimiento y fomento de una raza, o el desarrollo de una relación de amistad.
Entiéndase entonces por solidaridad, como el sentimiento de recibir y dar ayuda en busca de mayores rendimientos de cualquier índole, dentro de los miembros de una sociedad que encuentran similitudes y diferencias complementarias entre ellos.[1] Partiendo de este punto, es observable en cada acción cotidiana que nos rodea, el carácter de necesidad de los individuos entre si para poder subsistir en el contexto en el que viven. En la búsqueda de dicha subsistencia se crea el conjunto, la colectividad, al crearse los lazos entre las pequeñas células, átomos, o como quiera llamárseles, que ya no están solas y son menos indefensas cuando se encuentran en medio de un equipo en el que funcionan juntos para el bien común y por consiguiente para el bien de cada uno.
Al nacer como seres sociales, partes de un mundo ya elaborado; con individuos similares a la vista de uno mismo, que en general poseen las mismas capacidades físicas y mentales (hablar, ver, pensar, etc.); nacer de una madre, que cumple su labor de madre, y nos muestra a su vez nuestro papel en el entorno que nos toco vivir, es decir, comienza el proceso de programación de nuestra conciencia; se desarrolla en cada uno este sentimiento de aportar con o sin fines. Independientemente del ámbito moral o ético, y por supuesto sin pensar en el benefactor, lo mejor que hay de cada uno como una herramienta, o mejor aun, como una pieza de engranaje de una gran maquina, o sistema al que podemos llamar sociedad o conjunto social. Es precisamente por esta razón, que Durkheim atribuye a este sentimiento de dar lo mejor de si la razón de ser de la división del trabajo social, porque es a través de la especialización y la división de las tareas en busca del propio perfeccionamiento lo que permite que todos, al igual que los diversos sistemas que conforman el cuerpo humano, cumplan una función que mantenga vivo y en equilibrio el mundo en el que vivimos. Ya sea como miembros de una familia, de una empresa, de una pandilla, de una escuela o de cualquier tipo de institución.
Ya que existen diferentes tipos de sistemas asociativos Durkheim hizo una clasificación entre las clases de solidaridades que pueden existir. Si el fenómeno se da de manera inadvertida en la vida de las personas, a este tipo de solidaridad la llamaba solidaridad mecánica, la cual representaba a las sociedades mas básicas y muy probablemente mas influenciables por todos los coaccionantes que se encuentran a su alrededor, y los hacen actuar a todos de la misma manera. A este tipo de grupos los reconocemos como las grandes masas que generalmente se encuentran en la base y medio de la pirámide y el trabajo que desempeñan, o su papel social dentro del conjunto, es bastante general, se sabe hacer todo y nada en especial. Aquellos para los cuales están dirigidos los grandes anuncios publicitarios, que consiguen persuadirlos con sus conceptos ficticios de un tipo de felicidad imposible, que se consigue a través de la obtención de productos aparentemente innecesarios (y digo aparente porque finalmente dan estatus al propietario). Estos son los mismos que siguen minuciosamente la moda del momento, las tendencias generadas por aquellas grandes industrias enormemente ricas, que luego crean los anuncios publicitarios antes mencionados. La moda, descrita y estudiada por Simmel, el cual la describía como una forma de relación social, que permite a quienes desean adecuarse a las demandas de un grupo, hacerlo.[2] Pertenecer es importante para encontrar su propio papel dentro del grupo. Precisamente lo que los mantiene unidos, son las similitudes que comparten. Incluso, este mismo aseguraba, que aquellos que se esforzaban mas por salirse de la uniformidad en este ámbito, que vendrían siendo los grupos de individuos que lucha por salir del sistema, terminaban perteneciendo a otro tipo de uniformidad. Las barreras sociales los encuentran a todos, y los hacen perteneces de una forma u otra.
Por el contrario, la solidaridad orgánica es aquella en la que la sociedad esta divida en especialidades, cada quien tiene su rol dentro del escenario y a pesar de que su tarea sea relativamente mas pequeña que la desempeñada por algún miembro de una sociedad con características de solidaridad mecánica, se dedica a hacerlo muy bien. Es por este motivo que lo que los mantiene unido es la estructura ramificada que se va formando sobre las bases del conocimiento, y la dinámica y carácter de necesidad y ser necesitado que esto genere dentro del conjunto en el que se desenvuelven.
Este tipo de sociedad es considerada como la evolución de la solidaridad mecánica. Una sociedad donde cada quien tiene su labor y se necesitan unos a otros, desde aquel que genera las ideas para maximizar los recursos obtenidos de la tierra, como aquel que se encarga que dichos productos nazcan y crezcan sanos para que el resto se alimente correctamente. A este hecho se le llama Densidad Dinámica, o el incremento de la población directamente proporcional con la interacción entre estos. Algunos sociólogos como Merton y Gibbs disciernen de esta teoría. El primero, asegura que Durkheim no tiene ninguna prueba empírica de este hecho, y que este insiste en ignorar como los fines sociales influyen en el destino de la sociedad[3]. El segundo dice que la dinámica social descrita en “División del trabajo Social” no es científicamente comprable, ya que no hay una manera real de medir la frecuencia de interacción entre las personas, y por consiguiente, seguir el progreso o crecimiento de esta frecuencia[4].
Finalmente los hechos y la forma como se ha desenvuelto la sociedad en el último siglo y la observación de las características de la estructura que esta enmarca en la actualidad, nos demuestra que Durkheim no estaba muy lejos de la realidad. Hoy en día es cada vez más necesario el acercamiento a lo específico y al detalle. La especialización genera estatus y el rol de cada uno en la sociedad de los mejores, esta determinado por la pieza que represente dentro del rompecabezas. Los estándares y modelos se diseñan cada vez mas minuciosamente para complacer los gustos y personalidades de los diferentes individuos que forman parte de la gran pirámide social a la que pertenecemos todos.
Entender su papel en esta gran obra como fichas del gran rompecabezas, querer ser parte y hacer para eso es el fin último de la colectividad a la que pertenece el hombre. Es por eso que en la constante dinámica y cambio en la que se vive, hacer algo mejor que todo lo demás, hacerse necesario e indispensable, ser la propia pieza de engranaje dentro de la gran maquina, es el fin ultimo en búsqueda de la felicidad buscada por todos, desde Aristóteles hasta Mill y su utilitarismo.
[1] DURKHEIM, Emile. La división del trabajo social. Libro uno, capitulo uno. Pág. 60. ED. Libertador.
[2] RITZER, George. Teoría sociológica clásica. George Simmel. Pág. 322
[3] Merton, Robert K. "Durkheim's Division of Labor in Society" Plenum Press, NY and London Sociological Forum, Vol. 9, No. 1. 1994
[4] Gibbs, Jack P. "A Formal Restatement of Durkheim’s’ Division of Labor’ Theory", Sociological Theory, Vol. 21, No. 2. 2003
Entiéndase entonces por solidaridad, como el sentimiento de recibir y dar ayuda en busca de mayores rendimientos de cualquier índole, dentro de los miembros de una sociedad que encuentran similitudes y diferencias complementarias entre ellos.[1] Partiendo de este punto, es observable en cada acción cotidiana que nos rodea, el carácter de necesidad de los individuos entre si para poder subsistir en el contexto en el que viven. En la búsqueda de dicha subsistencia se crea el conjunto, la colectividad, al crearse los lazos entre las pequeñas células, átomos, o como quiera llamárseles, que ya no están solas y son menos indefensas cuando se encuentran en medio de un equipo en el que funcionan juntos para el bien común y por consiguiente para el bien de cada uno.
Al nacer como seres sociales, partes de un mundo ya elaborado; con individuos similares a la vista de uno mismo, que en general poseen las mismas capacidades físicas y mentales (hablar, ver, pensar, etc.); nacer de una madre, que cumple su labor de madre, y nos muestra a su vez nuestro papel en el entorno que nos toco vivir, es decir, comienza el proceso de programación de nuestra conciencia; se desarrolla en cada uno este sentimiento de aportar con o sin fines. Independientemente del ámbito moral o ético, y por supuesto sin pensar en el benefactor, lo mejor que hay de cada uno como una herramienta, o mejor aun, como una pieza de engranaje de una gran maquina, o sistema al que podemos llamar sociedad o conjunto social. Es precisamente por esta razón, que Durkheim atribuye a este sentimiento de dar lo mejor de si la razón de ser de la división del trabajo social, porque es a través de la especialización y la división de las tareas en busca del propio perfeccionamiento lo que permite que todos, al igual que los diversos sistemas que conforman el cuerpo humano, cumplan una función que mantenga vivo y en equilibrio el mundo en el que vivimos. Ya sea como miembros de una familia, de una empresa, de una pandilla, de una escuela o de cualquier tipo de institución.
Ya que existen diferentes tipos de sistemas asociativos Durkheim hizo una clasificación entre las clases de solidaridades que pueden existir. Si el fenómeno se da de manera inadvertida en la vida de las personas, a este tipo de solidaridad la llamaba solidaridad mecánica, la cual representaba a las sociedades mas básicas y muy probablemente mas influenciables por todos los coaccionantes que se encuentran a su alrededor, y los hacen actuar a todos de la misma manera. A este tipo de grupos los reconocemos como las grandes masas que generalmente se encuentran en la base y medio de la pirámide y el trabajo que desempeñan, o su papel social dentro del conjunto, es bastante general, se sabe hacer todo y nada en especial. Aquellos para los cuales están dirigidos los grandes anuncios publicitarios, que consiguen persuadirlos con sus conceptos ficticios de un tipo de felicidad imposible, que se consigue a través de la obtención de productos aparentemente innecesarios (y digo aparente porque finalmente dan estatus al propietario). Estos son los mismos que siguen minuciosamente la moda del momento, las tendencias generadas por aquellas grandes industrias enormemente ricas, que luego crean los anuncios publicitarios antes mencionados. La moda, descrita y estudiada por Simmel, el cual la describía como una forma de relación social, que permite a quienes desean adecuarse a las demandas de un grupo, hacerlo.[2] Pertenecer es importante para encontrar su propio papel dentro del grupo. Precisamente lo que los mantiene unidos, son las similitudes que comparten. Incluso, este mismo aseguraba, que aquellos que se esforzaban mas por salirse de la uniformidad en este ámbito, que vendrían siendo los grupos de individuos que lucha por salir del sistema, terminaban perteneciendo a otro tipo de uniformidad. Las barreras sociales los encuentran a todos, y los hacen perteneces de una forma u otra.
Por el contrario, la solidaridad orgánica es aquella en la que la sociedad esta divida en especialidades, cada quien tiene su rol dentro del escenario y a pesar de que su tarea sea relativamente mas pequeña que la desempeñada por algún miembro de una sociedad con características de solidaridad mecánica, se dedica a hacerlo muy bien. Es por este motivo que lo que los mantiene unido es la estructura ramificada que se va formando sobre las bases del conocimiento, y la dinámica y carácter de necesidad y ser necesitado que esto genere dentro del conjunto en el que se desenvuelven.
Este tipo de sociedad es considerada como la evolución de la solidaridad mecánica. Una sociedad donde cada quien tiene su labor y se necesitan unos a otros, desde aquel que genera las ideas para maximizar los recursos obtenidos de la tierra, como aquel que se encarga que dichos productos nazcan y crezcan sanos para que el resto se alimente correctamente. A este hecho se le llama Densidad Dinámica, o el incremento de la población directamente proporcional con la interacción entre estos. Algunos sociólogos como Merton y Gibbs disciernen de esta teoría. El primero, asegura que Durkheim no tiene ninguna prueba empírica de este hecho, y que este insiste en ignorar como los fines sociales influyen en el destino de la sociedad[3]. El segundo dice que la dinámica social descrita en “División del trabajo Social” no es científicamente comprable, ya que no hay una manera real de medir la frecuencia de interacción entre las personas, y por consiguiente, seguir el progreso o crecimiento de esta frecuencia[4].
Finalmente los hechos y la forma como se ha desenvuelto la sociedad en el último siglo y la observación de las características de la estructura que esta enmarca en la actualidad, nos demuestra que Durkheim no estaba muy lejos de la realidad. Hoy en día es cada vez más necesario el acercamiento a lo específico y al detalle. La especialización genera estatus y el rol de cada uno en la sociedad de los mejores, esta determinado por la pieza que represente dentro del rompecabezas. Los estándares y modelos se diseñan cada vez mas minuciosamente para complacer los gustos y personalidades de los diferentes individuos que forman parte de la gran pirámide social a la que pertenecemos todos.
Entender su papel en esta gran obra como fichas del gran rompecabezas, querer ser parte y hacer para eso es el fin último de la colectividad a la que pertenece el hombre. Es por eso que en la constante dinámica y cambio en la que se vive, hacer algo mejor que todo lo demás, hacerse necesario e indispensable, ser la propia pieza de engranaje dentro de la gran maquina, es el fin ultimo en búsqueda de la felicidad buscada por todos, desde Aristóteles hasta Mill y su utilitarismo.
[1] DURKHEIM, Emile. La división del trabajo social. Libro uno, capitulo uno. Pág. 60. ED. Libertador.
[2] RITZER, George. Teoría sociológica clásica. George Simmel. Pág. 322
[3] Merton, Robert K. "Durkheim's Division of Labor in Society" Plenum Press, NY and London Sociological Forum, Vol. 9, No. 1. 1994
[4] Gibbs, Jack P. "A Formal Restatement of Durkheim’s’ Division of Labor’ Theory", Sociological Theory, Vol. 21, No. 2. 2003
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lunes, 6 de julio de 2009
Tul.
Nacimos en un mundo colmado de formas, envueltos en la multiplicidad visual que propone lo mundano de nuestra existencia. Damos forma al espacio, entremezclando movimientos provocados por impulsos que dialogan con el entorno de la realidad que se mezcla con las propias fantasías. El lenguaje etéreo que se convierte lentamente en una voz más fuerte y pronunciada que aquella que deja eco.
Los sonidos nos mueven a veces hacia algún lado, otras veces nos movemos en la quietud de la potencialidad de alguna acción. En calma o perturbados, somos motivados por la caricia del aire que nos grita en silencio las direcciones infinitas, las posibilidades impensables de nuestro destino. Maravilloso es el movimiento invisible que nos lleva a vivir aquellos eventos inesperados nacidos de la espontaneidad, que cambian para siempre el curso de nuestros caminos… nuestro tao.
Huele a vida alrededor nuestro, somos carne que se pudre, piel que se arruga, huesos que se quiebran, colores que se opacan ante la mirada del otro y de nosotros mismos. La luz despierta nuestra visión del mundo, que se posa ante nuestros ojos, imágenes preconcebidas. Pero luego esta lo otro, nuestro mundo interno: colores, deseos, proporciones y matices. La perpetuidad de lo imaginario.
Platónicamente somos dos, el alma que palpita adentro de un cuerpo que nos acompaña, estructurado, perfecto… buscamos constantemente un lugar donde hallar nuestro espacio, la geografía se hace entonces limitada y frustrante. Pero al hacernos conciente de cada parte propia, descubrimos que ese espacio existe dentro de nuestras propias fronteras corporales. Somos carne y hueso, somos habitantes de nuestro propio templo. Es allí donde habita la verdad más absoluta, la subjetividad objetiva, la eterna dialéctica, las posibilidades infinitas, la creación y la muerte. El comienzo y el final. Nuestro cuerpo.
Oscuro
Es probable que el día que naciste, el corazón de tu madre se hubiera parado por algunos segundos y por cuestiones del destino no hubiera muerto y hubiera tenido la fortuna o la desgracia de vivir a tu lado por el resto de su vida. No lo digo para ofenderte, sabes bien que nunca fue mi intención hacerte daño, en cambio lo digo porque es desde ahí que te amo, desde ese punto en el que no se si ha sido increíble o terrorífico que existas.
Cuando te conocí estabas en esa época en la que quería ser un mejor hombre, en la que te cansaste de ser tú y decidiste que podías ser otro. Entonces te me presentaste porque viste en mí tu salvación, creíste que mi luz se pegaba como un virus. En cambio, yo me acerque a ti movida un poco por compasión, un poco por curiosidad, un poco por eso que hace que la gente quiera estar contigo, ese dulcecito agrio que pueden tener tus palabras, ese olor a vicio que tiene el espacio en el que te mueves, ese que hace sentir cómodo hasta al mas desubicado de los seres. Tal vez deje que te acercaras mucho y me emborrachaste con tu aliento, y contigo pudo más el instinto que las ganas de iluminación y mejor vida.
Entonces, me saltaste encima con el ímpetu animal que caracterizan tus movimientos. Me dejé atrapar como presa expuesta, sabiendo claramente que yo si tenía las garras suficientemente afiladas como para hacerte daño si eso quería. Pero no lo hice, me deje cazar. Sonreíste mientras me comías, porque disfrutaste cada pedazo como si fuera carne cruda, mi carne cruda, tú eres un caníbal. Me agarraste como nadie lo había hecho, me clavaste el diente hasta el fondo del vacío y me desangré despacito, de a poco.
No te miento, yo también sonreía mientras lloraba, yo también gozaba mientras sufría, yo también mordí profundo y probé tu sangre. Me gustó a lo que sabias y es por eso que después de ese día, decidí repetir 500 veces ese momento y ser la presa de muchos hasta quedar desgastada por el uso, decadente y arrastrada por ahí.
No quedó sombra de mí, porque vuelvo y te confieso, que alguna vez soñé con ser un ángel, alguna vez me sentí buena y me sentí como una princesa fucsia cabalgando por el bosque, me sentí Blancanieves perdida en el mundo con un pedazo de manzana atravesado en el pescuezo, me sentí esa. Pero hoy después de todo, créeme como crees en lo que más creas, que en lo único que creo en este momento, es en que aún siento el sabor de tu sangre en mi boca.
¿Te acuerdas esa época cuando sentir el amargo dulce en la garganta era tan común como abrir los ojos? esa en la que todo estaba acompañado de un olor a whisky derramado, ese olor que llenaba nuestras horas huecas de un poco de sentido. Yo si la recuerdo y la extraño con temor. No de de tí, jamás me asustaron tus actitudes sórdidas, ni tu mirada asesina. En cambio, podría decir que el temor era por mí, por lo que éramos los dos juntos. Lo extraño tanto como el olor del éter, el olor de tu aliento, el calor de tu sangre y la lascivia en tu voz pidiéndome un poco más de mi saliva, un pedazo mas de mi piel.
Esa era la época cuando estábamos perdidos y buscábamos darle forma a lo inocuo, profundidad a lo vacío, viciar nuestros temores, adormecer nuestro dolor... ¿como más quieres que te lo diga?, a la larga tu sentías ese sinsabor tanto como yo, las sonrisas cínicas nunca fueron suficiente para engañar nuestra propia inteligencia.
No te engañes que yo no lo he hecho, nunca fue amor, era necesidad. Me decías que me amabas mientras te tenia entre mis piernas, yo te decía que te amaba de vuelta cuando te sentía en mi, me dejaba llevar por el humo gris que envolvía la habitación, mi cabeza nublada, mis hombros ardiendo, mi boca empapada, sudor en el pecho, mis pies en tu espalda, mis dedos dormidos, movernos despacio… “lámeme la boca que no la siento”. Terminábamos lento, esas eran nuestras formas de placer. Fue algo así como dibujar un paisaje perfecto y creer que seria posible caminar por él, o mejor aún, como despertar inerte bajo el sol de una mañana de primavera, todo daba lo mismo, a la larga lo verdaderamente vivo estaba fuera de nuestros cuerpos.
Con el pasar del tiempo se hizo cada vez mas imposible mirarme al espejo y ver una princesa, en cambio mis formas fueron cambiando y mis ojos se oscurecieron ensombrecidos en un espesa neblina, no era Dios y jamás fui un demonio, pero contigo a mi lado penaba entre un claro oscuro romántico y gótico. El rosa mutó lentamente y volvió a sus primarios, blanco, negro y rojo.
Siempre estuve herida y cuando tu pensabas que ya no podías hacerme sentir mas dolor, yo te lo hacia a ti porque me hice adicta a la sangre, me hice adicta a esto que nos siguió uniendo mucho tiempo más.
No hay finales felices para este tipo de historia, por el contrario, hay un continuo acontecer de hechos que se van sumando a la pesadez de los días. Ella siempre quiso huir, pero huir ya no era una opción, no había nada a lo que volver; el siempre quiso que huyera, sin embargo, el sol volvía a salir y ellos seguían atados a la cotidianidad casi nauseabunda que cubría todos los rincones de su pequeña habitación.
Todo siguió pasando, repitiéndose día con día, una y otra vez: gafas oscuras, marihuana, sonrisa torcida, noches sin sueño, despertares sin sol mas amargos que el vacío, planes de mejor futuro que comenzaban y terminaban justo cuando volvíamos a olvidarnos, a abandonarnos, caminar sobre los pasos ya recorridos, reconociendo lo ya conocido en cada experimento. Poco a poco desapareció la sorpresa y la simplicidad de ser candido. Esta, antes muy conocida sensación, se convirtió lentamente en la mirada maliciosa del que lo ha vivido todo y le causa gracia reconocer en todas partes la miseria del otro.
Fue en ese preciso instante cuando pude reconocer que lo que estaba viendo era mi verdadero reflejo, había encontrado en todas esas miradas el espejo que pensé me había abandonado, pero la realidad… la realidad fue que siempre estuvo ante mi, pero mi ojos estaban nublados y mi mirada perdida, hasta ese momento.
Entonces ya nada siguió pasando, recogí lo poco con lo que llegué y regresé a la vaguedad. Fue el primer paso que di hacia mi misma, muchos años después lo reconocí como el primer paso hacia reconocerme como entidad, hacia reconocer todo el amor que había en mi. “Adiós” dije, y cerré la puerta sin miedo”
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