En una noche de lluvia palpitante, sobre los baldosines de la pequeña casa del penumbroso pueblo donde me encuentro escribiendo en este momento, puedo decir muchas cosas, o puedo divagar si te interesa escuchar… leer.
Sobre la noche puedo decir que es; existe, y va mucho mas allá de lo que muchos pueden pensar… no podría decir con exactitud, si más excéntrico y excesivo que en las construcciones imaginarias e ideales de los que miran desde afuera. Mi opinión es casi obtusa, efímera y sujeta a mi propia observación, a mi subjetividad; finalmente soy participante, poco analítica a veces y más bien, sobre vivida y relatora desde la experiencia.
La noche tiene personajes que se disfrazan camuflados entre las sombras de superhombres, impenetrables superhéroes, endiosados casi inalcanzables. Con la luz son otra cosa, pasean protegiendose de la exposición a la lectura que se pueda hacer en la profundidad de sus ojos; gotean misterio de lo supuestamente inadvertido, y por momentos, sus armaduras permean emocionalidades que procurar desconocer ante un posible receptor, ante la posible e indeseada vulnerabilidad.
Los seres de la noche acarician el aire con sus manos, reciben la mañana bañados en nostalgia, recordando su lugar, recordando que las calles aun siguen exhumando pesadez, registrando tacones, registrando risas y complicidades envueltas en lascivia. En el día es gris, en la noche es negra, como el vacío y la ausencia… como la búsqueda de sentido que se ahoga en las delicias bacanales de lo que para algunos puede ser perdición o decadencia… después de un tiempo yo lo he empezado a llamar sublimidad. Cerrar los ojos, caminar seguros de que están siendo observados, o tal vez no, pero para si, para adentro, la noche es nuestra.
Villa de Leyva, Noviembre de 2009
(Imagen tomada de Little Ramonas www.littleramonas.com)
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