domingo, 6 de septiembre de 2009

AQUI...

El sol esta encendido, es una mañana acalorada en la ciudad del frío, donde la piel se esconde detrás de la inhóspita vestimenta que combina con el color del humo desprendido por las calles. Nubes negras que se desvanecen, a veces sin haber sido apreciadas en su propia belleza.

La ciudad, construida a imagen y semejanza de alguna vieja referencia de aquellos que llegaron sin historia asociada a la tierra. Pobres escépticos hasta de su propia existencia, que ignoraron el mensaje de amor y comunión que este mismo sol, que seduce hoy la salida, les susurraba a sus oídos sordos en las playas azules que los cegaron de asombro.

Esta, creció adolescente y confundida entre el significado del ser y la propia identidad. Inocente e ingenua como aquellos que la poblaban entonces y los que la siguen poblando hoy, prefirió pensar sin riesgos en lo que le funcionó a los otros, caminar por campo seguro.

Los árboles danzan al ritmo de la inestable brisa, abren camino y se recuerda al mar, que a lo lejos llama suplicante la visita atenta de un observador sosegado, de un amante perdido, de un cauteloso pensador, de ti y de mi juntos… todo, desde antes que reventara la primera ola, desde antes que existiera el te amo, los abrazos que encajan, las risas que lloran o el chocolate caliente con cigarrillo.

El ambiente se inflama hasta estallar la burbuja y los ojos se abren para descubrir que el olor a sal es solo un recuerdo. En cambio, la incansable montaña se precipita inconstante en el oriente, anunciando la hora, anunciando el espacio, anunciando el presente. “Estas aquí, son las 4.25 pm de un día de sol, es Bogotá, estas viva… eres feliz”. Sonrisa, seguir caminando por la larga calle que atraviesa la ciudad, esa que por partes tiene las líneas desdibujadas y permite pensar, por algunos segundos de delirios, que somos verdaderamente libres para caminar por donde queramos.

La velocidad excedida de un taxi vuela mi cabello expuesto al sol como una bandera recién izada, los sentidos se agudizan y se regresa al estado de alerta, estado de caza si es posible. En este lugar, el que no pierde es porque se le gano a otro. 

Es así como decido seguir mi camino, aquí, ahora, yo con los ojos bien abiertos… entonces, cruzo la calle. Llego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario