lunes, 24 de agosto de 2009

HABIA UNA VEZ...

Había una vez una burbuja que nació de un largo suspiro y se quedo suspendida en el aire por una eternidad finita que término antes de que empezara, fue como hacer magia. 

Creo que si hubiera pensado, si alguna vez hubiera sido, hubiera dicho: “Soy persona”. Pero en cambio se diluyo en mi lengua y me supo a agua. Al principio me dio frío, pero después decidí olvidarlo. Fue una linda experiencia, una linda sensación… linda como aquella vez que decidí escribir una historia sin final, y es por eso que solo yo la leo y decido cuando comienzo.

CAPITULO 423: Cosquillas…

El ladrón del antifaz se reía con los ojos cerrados, se deslizaba por los pasillos vacíos de las vaporosas noches de verano para robarse las luces navideñas. Su maravilloso plan estaba dando resultado, y pronto podría conquistar el mundo. Nunca nadie lo sospecho, era una ecuación perfecta.... pero no la voy a revelar.

CAPITULO 45: Frutillas con crema

El día de la fiesta se sentó en el sillón en medio de Minervina, la petiza pelirroja que hacia bombones para su perro, y María Dolores, su tía abuela. Estaba resfriado y por eso no pudo disfrutar del rico perfume de ella, la que lo miraba de lejos. Tímida e impaciente.

Tenia días haciendo un retrato perfecto con las acuarelas de su madre sobre aquel sueño que lo hacia despertar vibrando, sudando. Sabia que era un llamado de su consciencia, sabia que el sueño le relataba la historia de su vida, que hablaba de la semilla, que hacia brotar la planta, que luego daría el fruto, un comienzo…. Después todo se tornaba rosa escarlata, como los rizos de Minervina, como las frutillas con crema de esa chica que lo miraba de lejos... que linda chica, que lindos ojos… Sin embargo, siguió sentado en el sillón pensando en el sueño, en su destino.

En mi historieta todos los personajes son como yo quiero que sean, yo los creo, nacen de un soplo, de un suspiro y se quedan suspendidos en el tiempo infinito, que empieza, pero nunca termina.

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