"Una rodilla va solitaria por el mundo.
Se trata de una rodilla ni más ni menos."
Cristian Morgenstern.
Los segundos que pasan constantes sobre el concepto inventado del tiempo, me permiten saber que lo constante también es un invento… ningún segundo es igual al otro. Lo único que es igual en la vida es aquel sentimiento propio que se activa ante la vivencia, una y otra vez, de los mismos patrones… la misma escena, diferentes personajes.
Sobre el ser y el parecer, se concluye que el tiempo se traduce en experiencias y que lo que es Uno para los otro, se define a partir del tiempo que se comparte, lo que se muestra entre escenas cuando las luces están sobre uno, cuando el maquillaje no deja ver las ojeras, cuando el libreto esta marcado: el parecer…. El ser es el tiempo que se vive dentro, la verdadera existencia.
Los otros, son entonces, personajes sin cara que se pasean como espectros en el espacio vital que nos rodea, son lo inconstante, lo que no permanece, lo que muta, las fichas que se mueven dentro del escenario que es el espacio (tan mutable como sus personajes), en aquella medición lineal e irreversible. El lápiz soy yo y vivir seguirá siendo escribir hasta que con el fin, se cierre el libro, se acabe todo. No creo en el más allá.
La inmortalidad se convierte entonces, en un algo apetecible, cercano y alcanzable: para siempre ahora. Entonces el ahora se queda para siempre en el todo, metafísicamente hablando.
Según este muy ordinario descubrimiento se puede entender lo también triste de la libertad, se es solo libre dentro del propio cuerpo… lo triste se elimina cuando se entiende que aunque el espacio es estrecho, las posibilidades son infinitas.
Si yo fuera la última persona mortal en el mundo, si las posibilidades fueran limitadas, si la vida fuera solo esto y tuviera pocas oportunidades para acertar o equivocarme, si solo pudiera amar y desprenderme en finitas oportunidades, siempre seria intensamente, como ahora. Para siempre.
Ya soy inmortal.
Mr Nobody
No hay comentarios:
Publicar un comentario